Llegaste dormido en la arena de mi playa,
razón y palabras: Dios se equivocó de nuevo,
amor y miradas: ¿será acaso que eres mío?
Quise olvidar al despertarte,
pero tus labios no perdonan ni el más mínimo suspiro,
ni ahonda la verdad si quiera entre esos brazos que se aferran
Quise huir de aquella Inglaterra a
refugiarme en la mañana de un bosque,
refugiarme en la mañana de un bosque,
iniciar de principio ese camino,
recorrer el cuerpo de la vida futura,
rehacer salvaje el erotismo al no poder descubrirlo con palabras
Qué hacen las horas conmigo,
la edad nunca vuelve, dicen, ni el mismo Zeus
podría con ese amor tuyo enamorarme,
ni con esa piel nívea,
ni con esas púrpuras mejillas
Qué hace tu cuerpo con el mío,
símbolo inherente a la abyección moderna,
más aún, a un amor que ya ni el amor mueve,
pero es la costumbre el miedo que nos reviste.
Qué hace tu cuerpo con el mío,
cuando tu corazón ha perdido su voz en el vacío.
César Eduardo Mendoza
El ser y el otro en el espejo